sábado, febrero 04, 2006

Un sabor ácido subía por su garganta para recordarle que no sabía cómo moverse, que todo le daba vueltas, que no conocía nortes. Y todo por una mirada no correspondida. Qué mala es la autocompasión.

2 Comments:

Blogger N said...

Qué malas son las miradas que no se cruzan, los gestos invisibles y las palabras mudas.

7:17 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

me encanta.....sencillo.....perfecto....

12:00 a. m.  

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