Un sabor ácido subía por su garganta para recordarle que no sabía cómo moverse, que todo le daba vueltas, que no conocía nortes. Y todo por una mirada no correspondida. Qué mala es la autocompasión.
De cuando dios hizo al hombre y estos hicieron hombrias. De como se ve la vida cuando hay cuatro ojos, dos corazones, y una boca.
2 Comments:
Qué malas son las miradas que no se cruzan, los gestos invisibles y las palabras mudas.
me encanta.....sencillo.....perfecto....
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