miércoles, agosto 23, 2006

El ritmo tumbado de algun son cubano le hacía andar de puntillas, olía a pescado fresco y a fruta partida. Se acercó al hombre que había conocido el día anterior y le cambió su pasaporte por un puñado de dólares. Ya no le haría falta, el pasaporte digo.

1 Comments:

Blogger Duermevela said...

Si mal no entendí, entonces el que se iría es él, no? de lo contrario, si él también decide quedarse, la muy zorra le ha sacado elegantemente su dinero.

8:48 p. m.  

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