- Verás, llevo mirándote un par de horas y me he enamorado de tí, así que es posible que sueñe contigo esta noche, si me das tu número mañana te llamo y te cuento si de verdad he soñado contigo o no.
- Me lo dices en serio? No te conozco de nada...
- Me lo das, sí o no? es fácil.
- Sí, claro, te lo has ganado, al menos por original.

El ritmo tumbado de algun son cubano le hacía andar de puntillas, olía a pescado fresco y a fruta partida. Se acercó al hombre que había conocido el día anterior y le cambió su pasaporte por un puñado de dólares. Ya no le haría falta, el pasaporte digo.

Notó que alguien la observaba, así que se levantó y se largó sin mirar atrás.
Él se quedó con cara de gilipollas, no pudó lanzarle el beso que llevaba esperando toda la puta tarde en la comisura de sus labios.

Y él le dijo a la otra:
- Lucharé por ella hasta que mis tendondes desfallezcan.
Y la otra le dijo:
- Mañana en la batalla piensa en mí, y caiga tu espada sin filo: desespera y muere

- Porque te quiero, te odio.
- Poque te odio, te quiero.
- Prendete fuego.
- Úntame en tí.

- ¿Qué es una aporía?
- Corremos pero no te cojo.
- ¿Qué?
- ¿Ves? No te cojo.

Su pelo tenía el color de la ceniza de la paja.
Su risa era la mirada de un basilico.
Sus ojos guardaban al universo.
¿Cómo no iba a enamorarse?